Cuando toca pasar a la acción, nacen los miedos inherentes a cualquier toma de decisiones.
Perfil del autor: Carles Ventura, coach de jóvenes desde 2009. Youth Impact Diploma – The Coaching Academy (Inglaterra). Actualmente trabaja con Edbuilding es Coach certificado por la International Coach Federation. Licenciado en ADE y MBA por ESADE. Coautor de “Coaching a jóvenes y familias” (Amat Editorial, 2019).
Según nos acercamos al final del curso, muchos alumnos se plantean qué hacer a continuación: ¿Trabajar? ¿Seguir estudiando? ¿Qué estudiar? Y sus padres, siempre dispuestos a echarles una mano, dudamos de cuál es nuestro papel en esta decisión: ¿Estamos demasiado encima? ¿Demasiado poco? ¿Debo insinuarle lo que creo mejor para él?…
A partir del trabajo de coaching con centenares de adolescentes hemos recopilado una serie de pautas que pueden ser útiles en estos momentos y que queremos compartir a continuación.
Para empezar, debemos tener claro que la decisión sobre el futuro académico de nuestros hijos les pertenece a ellos. Aunque los padres creamos tener la opción ideal, son ellos los que se deben comprometer con su itinerario de estudios. Es muy doloroso oír a un hijo decir, ante los posibles problemas futuros, que “yo estoy estudiando esto porque vosotros me obligasteis ”.
¿Quiere esto decir que debemos apartarnos completamente y no participar en absoluto en su decisión? No. Porque los padres somos un referente básico para los hijos a la hora de hablar del futuro y nos necesitan ante la que quizás sea la primera decisión importante que toman en su vida; seguramente la primera cuyas consecuencias van más allá de las próximas semanas o meses.
Una opción para nuestros hijos es abandonar los estudios y entrar en el mercado laboral. La libertad financiera es importante para muchos adolescentes, y el sistema educativo – tan lejano del día a día de los jóvenes – no siempre es todo lo motivador que quisiéramos. Pero la realidad es implacable: el paro juvenil es muy elevado (1) se requieren estudios post-obligatorios para poder optar a puestos de trabajo con ciertas garantías económicas (2) con un contenido más atractivo.
Este razonamiento es fácilmente entendible para los jóvenes, siempre que vaya acompañado de estadísticas claras, y no esté basado solo en el miedo (“te morirás de hambre”).
Escoger es muy difícil y aquí tenemos que empatizar con nuestros hijos puesto que con los años se ha multiplicado la oferta de estudios post-obligatorios. La buena noticia es que quien sepa qué quiere hacer, encontrará exactamente lo que busca. Pero ¡ay de aquél que no lo tenga claro! Se puede perder entre centenares de alternativas.
Algunos jóvenes querrán evitar la decisión y esperarán a ver qué deciden sus amigos, como cuando escuchamos atentos en el restaurante a ver qué piden el resto de los comensales esperando descubrir una opción inesperada y mejor que la que teníamos en mente. Cuando se trata de estudios, elegir según la decisión de los amigos sería el equivalente a jugar una lotería con pocas posibilidades de éxito.
Cuando trabajamos con jóvenes que se han equivocado al escoger sus estudios, siempre les lanzamos una misma pregunta: “Si tuvieses la máquina del tiempo y pudieras volver atrás, al momento en que decidiste que querías estudiar, ¿qué harías diferente?”. Y la respuesta siempre es la misma “Me habría informado mejor”. Y es que hoy por hoy, la mejor garantía para acertar es informarse a fondo y así evitar descubrir demasiado tarde, por ejemplo, que se necesita habilidad estadística para ser psicólogo.
Los padres debemos animar a los hijos a buscar tanta información como sea posible, y para ello existen orientadores escolares, decenas de páginas web, ferias y puntos de información públicos.
Hasta ahora, durante la educación obligatoria, el camino estaba marcado y no era necesario pensar: con no apartarse del camino ya bastaba. Ahora que toca pasar a la acción, nacen los miedos inherentes a cualquier toma de decisiones y es bueno repasar ahora los principales, para poder acompañarles a superarlos.
Entender los posibles temores de nuestros hijos, sin subestimarlos, nos permitirá estar a su lado en estos momentos y ayudarlos a afrontar su elección de estudios en las mejores condiciones posibles.
Y ante nuestro posible temor de ser demasiado intrusivos (o demasiado poco), siempre podemos recurrir a la pregunta comodín: “Hijo/a, ¿qué necesitas de mí en este tema?”. Quizás veamos una cara de sorpresa la primera vez, pero rápidamente nuestros hijos irán descubriendo su responsabilidad en la forma de abordar el tema.
La elección de estudios post-obligatorios es un momento complicado para nuestros hijos, ya que combina una oferta de posibilidades casi infinita con una serie de temores propios de cualquier toma de decisiones importantes.
Animemos a nuestros hijos a informarse a fondo, abramos la mente a todo un nuevo mundo de posibilidades profesionales, y empaticemos con sus miedos para facilitarles el camino hacia la mejor decisión posible.
La tasa de paro en España en el último trimestre de 2019 llega al 43,9% entre los jóvenes de 16 a 19 años y el 27,7% en el grupo de 20 a 24 años. (Fuente: INE, Instituto Nacional de Estadística www.ine.es).
Hay una clara correlación entre el nivel de formación alcanzado y el salario medio; por ejemplo, una persona con Educación Superior gana +62,4% respecto a otra que solo dispone de la Educación Secundaria Obligatoria (Fuente: INE, 2018 www.ine.es).
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