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Internet en el aula. Claves para una gestión segura

Perfil de la autora: Núria Mora, formadora de [ED]BUILDING. Directora del Institut Escola Catalunya de Sant Cugat del Vallès (Barcelona – España). Formadora de claustros y equipos docentes. Máster en planificación y gestión de la educación y máster de investigación en educación. Ponente en SIMO-Educación (Madrid, nov 2018). Colaboradora en medios de comunicación.

Twitter: @Airunuriamora

Instagram: @nuria_moralorente

https://edbuilding.org/nuria-mora

En una de las ediciones de la Feria SIMO de Madrid sobre tecnología aplicada a la educación, una importante firma de dispositivos informáticos encargó a [ED]BUILDING una ponencia largamente esperada por muchos profesionales de la enseñanza: Cómo hacer que el uso de internet en el aula se haga de forma segura y eficaz por parte de nuestro alumnado. Resultado de esa conferencia que realicé como formadora de [ED]BUILDING, recojo en este artículo los fundamentos y las claves que transmití a los docentes que allí estaban.

¿Quién piensa en #educación?

Cuando leemos «seguridad» e «internet» juntos, podemos pensar en virus, en cyberacoso, en phishing… pero ¿quién piensa en educación? ¿Quién piensa en modelos? Raramente, lo relacionamos a primera vista con estos términos. Error.

Los niños y jóvenes que habitan nuestras escuelas e institutos «nacen con un chip incorporado» (Rueda Ortiz y Quintana Ramírez, 2004), ellos no viven una vida real y una vida virtual, para ellos todo es lo mismo, realidad / virtualidad.

Artículos recientes de algunos periódicos nos dan noticias como «cada vez hay más niños con móvil a partir de los 10 años» (El Periódico, 5/10/18) o tenemos datos del Instituto Nacional de Estadística que nos dicen que el 98% de la población de entre 16 y 24 años dispone de teléfono móvil, que un 96% de entre 25 y 34 años lo tiene y que esta cifra sólo disminuye cuando hablamos de mayores de 65 años.

«cada vez hay más niños con móvil a partir de los 10 años»
«cada vez hay más niños con móvil a partir de los 10 años»

Estos datos nos dan mucha información porque ¿quién tiene un teléfono actualmente y lo usa para llamar? Prácticamente nadie. Lo usamos para hacer deporte, escuchar música, controlar aplicaciones, redes sociales, correo electrónico… pero para llamar lo usamos más bien poco. Nuestros alumnos aún lo hacen menos.

Pensar que, por inferencia de algún sitio, los niños que tienen un teléfono a partir de los 10 años van a aprender a manejarse éticamente, moralmente y de forma segura por las redes sería como pensar que un niño como Mowgly podría adquirir lenguaje; es imposible, sin modelos no hay aprendizaje.

Seguros de sus movimientos

Existe el descubrimiento pero, siguiendo el paralelismo con Mowgly, ¿queremos que nuestros alumnos aprendan a balbucear y emitir sonidos o queremos que tengan capacidad discursiva, discurso estructurado y coherente y comprensión lectora para desenvolverse por el mundo? Más bien lo segundo ¿verdad? Por eso, cuando hablamos de Internet, de seguridad, de redes sociales, no nos sirve con un simple manejo del instrumento, no nos sirve con que aprendan a balbucear por la red, necesitamos que sean hábiles, que tengan conocimientos sólidos, que sepan qué es verdad y qué no lo es, que sean éticamente responsables de sus actuaciones y que puedan estar seguros de sus movimientos.

La noción de «nativos digitales» debería ir acompañada de una segunda parte que fuera, como señalan varios autores, de un «huérfanos digitales». Nuestros alumnos se están formando al mismo tiempo que sus educadores, que sus padres, que sus referentes. Ellos han nacido con el instrumento bajo el brazo pero sin nadie que sepa guiarlos en su uso.

Los contenidos, para nuestros alumnos, ya no se encuentran en los libros de texto, ellos acceden al contenido que precisan a través de las redes y de la tecnología. Esto no significa que el contenido que adquieren sea veraz, ético o responsable. Significa que han entrado una palabra en el buscador y cualquier resultado que salga será válido y fiable para ellos. ¿Quiénes deben ser, entonces, los responsables de sus aprendizajes?

La respuesta es clara. Sus maestros. Sus referentes. Deberíamos decir también sus progenitores, pero no podemos generalizar y cargar a las famílias con la responsabilidad de educar en aquello que ellos no han sido educados.

Los contenidos, para nuestros alumnos, ya no se encuentran en los libros de texto, ellos acceden al contenido que precisan a través de las redes y de la tecnología.
Los contenidos, para nuestros alumnos, ya no se encuentran en los libros de texto, ellos acceden al contenido que precisan a través de las redes y de la tecnología.

Modelar: un nuevo paradigma

Estamos hablando, pues, de un nuevo paradigma para enseñar y aprender. Estamos hablando de  entender que los docentes somos los responsables de llevar a cabo el marco de actuación que las administraciones han planificado para dar respuesta a las necesidades educativas de nuestros alumnos. Hablamos de conocer el instrumento, de conocer sus potencialidades, de saber usarlo y de hacerlo con criterios de ética y veracidad, pero hablamos, sobretodo, de modelar.

Si los que me estáis leyendo sois padres / madres, dejadme que os pregunte: ¿cuántas veces habéis dicho a vuestros hijos una frase tipo «mira, estoy colgando una foto en una red social – pongamos instagram – pero he vigilado que no salga nuestra casa, ni la matrícula de nuestro coche, que no se os pueda reconocer en bañador o que la foto no dé información de dónde hemos ido de vacaciones o de cuándo no estaremos en casa?».

Me atrevería a decir que entre pocas y ninguna ¿Lo veis? Debemos ser modelos. No podemos pedirles que hagan lo que nosotros no hacemos. Tenemos adolescentes con 800 seguidores que ven sus casas, sus vacaciones, saben de sus gustos y de sus lugares favoritos (y de más cosas que preferiríamos no saber).

Si progenitores y maestros no nos vestimos de modelos ¿de quién esperamos que aprendan a hacer un uso seguro de las redes? ¿De sus amigos? Están aprendiendo al mismo ritmo que ellos, están descubriendo, están experimentando y seguramente lo hacen también sin modelos.

¿Qué dicen nuestros currículums? Dicen que debemos utilizar la tecnología y debemos conocer el instrumento (por lo tanto una parte debe ser el uso y manejo del instrumento). Esta parte nos ha preocupado mucho durante un tiempo. Hemos invertido esfuerzos en que nuestros alumnos aprendieran a utilizar programas de procesador de textos, de presentaciones, de cálculos… hasta que ellos han sido tan hábiles que han encontrado vídeos tutoriales que les explicaban aquello que nosotros les queríamos hacer aprender en tan solo 5 minutos.

Esta era llegó a su fin. El manejo del instrumento para ellos se basa en la prueba y el error. ¿O a caso alguno de ellos lee los prospectos para poner en marcha sus nuevos teléfonos?

Un segundo bloque que debemos trabajar es el de la competencia informacional. Aquí debemos invertir todos nuestros esfuerzos. Leer en pantalla no es similar a leer en papel. De hecho no es comparable en nada. Cuando leemos en papel lo hacemos de izquierda a derecha y en algunas ocasiones en diagonal, pero cuando leemos en una pantalla saltamos a un enlace, leemos a través de imágenes (normalmente no comprobamos que la página sea segura «https»)… por lo tanto, no es comparable a lo que hasta el momento hemos aprendido bajo el término «lectura».

Según CILIP (Chartered Institute of Library and Information Professionals), los cuales se consideran profesionales de la búsqueda de información, la competencia informacional consiste en saber CUÁNDO y PARA QUÉ necesito la información y DÓNDE y CÓMO encontrarla, saber evaluarla, organizarla y comunicar de una manera ética (CILIP, 2004). Y  esto que resumimos en una frase, viene a ser la gallina de los huevos de oro.

Para lograr que nuestros alumnos sean nativos digitales que se puedan mover con seguridad en la red, tenemos que trabajarlo desde todas las asignaturas y, también, desde los momentos cotidianos en los cuales tomamos fotos para compartirlas en las redes.
Para lograr que nuestros alumnos sean nativos digitales que se puedan mover con seguridad en la red, tenemos que trabajarlo desde todas las asignaturas y, también, desde los momentos cotidianos en los cuales tomamos fotos para compartirlas en las redes.

No todo es válido

En este momento debemos preguntarnos: ¿nuestros alumnos saben cuándo necesitan la información? (normalmente sí porque les decimos «para mañana busca información sobre…»). ¿Saben para qué la necesitan? Aquí ya empiezo a dudarlo. Saben que lo piden los profesores, pero no siempre compartimos con ellos los objetivos de la búsqueda: ¿será para escribir un artículo, será para un trabajo, será para incorporar una opinión a un debate…?  Y la parte realmente complicada viene cuando les pedimos si aquello que han encontrado es válido. Para ellos siempre lo es y aquí es donde debemos trabajar.

Nosotros sabemos que no todo es válido y fiable, pero para nuestros alumnos tiene la misma credibilidad una web de un organismo oficial que las opiniones de un producto en un chat o en un blog. En esta parte será donde voy a hacer más hincapié porque creo que es donde se esconde «la seguridad en la red». Aquí es donde nace la raíz del problema. Y una vez conocemos el problema ¿tenemos solución? La tenemos… no pretendería escribir un artículo para plantear solo el hecho de que tenemos problemas sin ofrecer soluciones! (nuestro trabajo, en parte, se basa en la ilusión de poder cambiar el mundo a mejor!

Y ¿qué es modelar? Modelar es lo que todos hacemos de forma natural cuando un bebé empieza a caminar. Le mostramos cómo hacerlo, le damos la mano, le ofrecemos soporte, le acompañamos, le sonreímos, le damos confianza y, poco a poco, le vamos dando espacio de libertad, hasta que un día es capaz de subir solo una montaña.

El modelaje debería consistir en hacer lo mismo con la tecnología, con el acceso a la información. Debemos iniciarnos en que nos vean hacerlo. La situación que os he expuesto antes de un padre / madre colgando una foto en las redes: ¿Cómo lo hacemos en clase?

En cualquier momento, cuando buscamos una imagen o cuando necesitamos una canción, les hacemos un modelaje diciendo «voy a poner en el buscador…».  Una vez salen los resultados los verbalizamos y decimos «éste no me interesa porque es un anuncio, este otro no creo que sea el tema que busco…» y, poco a poco, les vamos haciendo ver que no nos quedamos con el primer resultado que sale, que, a veces, debemos cambiar los criterios de búsqueda o las palabras clave.

A partir de aquí trabajamos la importancia de usar las palabras apropiadas, de conocer los criterios de búsqueda de los buscadores, de la importancia de los nombres, los adjetivos, los verbos… (y aquí los que somo maestros empezamos a ver conexiones con lengua, con matemáticas, con ciencias, etc).

Una vez hecho el modelaje inicial (que sería como cuando un bebé empieza a caminar) debemos planificar la fase en la que necesita nuestra mano, por lo tanto, no podemos dejarlos solos, pero ya no necesita aquella aprobación constante.

En este momento podemos trabajar en formatos webquest, dando instrucciones muy claras de qué necesitamos y para qué, por ejemplo «necesitamos saber el precio de la entrada al museo Dalí para 25 alumnos el día 30». Está claro que buscarán el nombre del museo y aquí debemos ayudarles y decir cómo lo tienen que buscar: «precio museo Dalí». Estamos guiando sus pasos, pero desde la distancia.

Una vez pasado el momento de acompañamiento, en que los objetivos están claros y los lugares de búsqueda limitados, podemos introducirlos en el conocimiento de los criterios de búsqueda. ¡Aquí cada vez tenemos más herramientas! Podemos buscar artículos científicos, podemos buscar opiniones, formatos (pdf, ppt…). Les damos las consignas, les limitamos el tiempo o el número de páginas que pueden visitar y empezamos a jugar!  Poco a poco, iremos perfilando la seguridad, la ética, el controlar el copiar-pegar sin filtros, etc.

En este momento (y ya estaríamos hablando de una secundaria avanzada), podríamos dejarles de la mano. En este momento les podríamos decir «busca información sobre los romanos», sin más. Pero para llegar aquí debemos haber trazado un largo camino que empieza en el parvulario y acaba con la secundaria obligatoria.

Vamos mucho más allá del instrumento. Tenemos que trabajar con criterios de fiabilidad, jugar con ellos a analizar webs, encontrar juegos de «sigue una identidad digital», juegos de «busca las páginas falsas». A través de la práctica van a aprender que leer en pantalla es mucho más que seguir enlaces y mirar imágenes. Debemos lograr que se acostumbren a analizar la autoría de las páginas, ver si son seguras, si están actualizadas, si tienen un organismo responsable detrás.

Desde todas las asignaturas

Y, para lograrlo, no nos sirve la hora de «informática», esta hora ha caducado. Para lograr que nuestros alumnos sean nativos digitales que se puedan mover con seguridad en la red, tenemos que trabajarlo desde todas las asignaturas y, también, desde los momentos cotidianos en los cuales tomamos fotos para compartirlas en las redes.

Entonces, podremos soltarles de la mano con la seguridad de haberles dado los instrumentos para que su libertad sea segura.

El equipo [Ed] Building.
El equipo [Ed] Building.

Rueda Ortiz, R. y Quintana Ramírez, A. “ELLOS VIENEN CON EL CHIP INCORPORADO. APROXIMACIÓN A LA CULTURA INFORMÁTICA ESCOLAR” Investigación Idep. Universidad Central Bogotá, Colombia

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